La Transformación en la ciencia ha evolucionado considerablemente en su teoría y enfoques académicos. Antes de continuar desarrollando el paradigma de la transformación, se requiere de una mirada crítica de cómo esta evolución ha ocurrido en la ciencia, permitiendo así una reflexión profunda. Necesitamos crear espacios para indagar de una manera flexible y creativa, sobre las bases teóricas de la transformación, lo que entendemos por y cómo enmarcamos la transformación, cómo el concepto ha evolucionado y la diversidad de formas de cómo se ha definido. Además, cuáles son las convergencias y divergencias de la conceptualización de transformación con otros conceptos relacionados tales como adaptación, resiliencia y cómo se pueden complementar entre ellos. Por otro lado, es necesario mirar cómo los métodos transformativos han progresado en la ciencia y cuáles son los métodos innovadores desarrollados para tener en consideración las particularidades del paradigma de la transformación.

Las historias de transformación en el “mundo real” ofrecen una oportunidad para aprender de la diversidad y riqueza contenida en diferentes tipos de conocimiento, más allá del científico. Los procesos transformacionales han sido parte de la historia humana, y las historias ancestrales y tradicionales han mantenido el conocimiento que se ha ido pasando a través de las generaciones, por ejemplo, en grupos indígenas que han sobrevivido a la colonización, tales como los Incas, Mapuches, Mayas, Aymarás y Toltecas en la Región de América Latina. El conocimiento local es contextual y está asociado con trasfondos geográficos, sociales y políticos únicos. El objetivo es recopilar este conocimiento para aprender de un espectro de acciones transformacionales, prácticas y procesos que puedan adaptarse a diferentes realidades. De esta forma, lo relevante de considerar es que las comunidades son las que están en “la primera línea”, en términos de enfrentar los impactos del cambio climático y otras presiones transformativas, por lo que frecuentemente son quienes responden en la “la primera línea”. También son excelentes fuentes de conocimiento las instituciones formales que han incluido el enfoque de transformación, y cómo han cambiado estas instituciones a través del tiempo. Las instituciones formales incluyen políticas, normas, estrategias, planes y acuerdos implementados en los niveles locales, regionales, nacionales e internacionales. Estudiar estos instrumentos es tan importante como estudiar los procesos en los que estas instituciones son diseñadas e implementadas. Por otro lado, es necesario tener en cuenta que los ciclos de políticas no terminan cuando la legislación es decretada, o cuando las directrices entregadas por los nuevos planes o programas se imponen desde arriba hacia abajo. Más bien, el proceso continúa en la fase de implementación, donde los profesionales deben considerar las nuevas directrices. Por ejemplo, en las políticas de cambio climático para la adaptación, la resiliencia y mitigación han sido incluidas explícitamente, a diferencia de transformación.

Las aproximaciones detalladas arriba (Temas 1 y 2), que pueden ser resumidas como el conocimiento en ciencia y práctica, son claramente necesarias para lograr la transformación. Sin embargo, creemos que para problemas complejos el paradigma trans-disciplinario, entendido como una combinación de estos tipos de conocimiento, puede ofrecernos un panorama más comprensivo de la realidad y de otras respuestas transformacionales y procesos requeridos. Aprender unos de otros surge como algo crucial, pero cómo podemos encontrar la ruta para llegar ahí, merece aún más atención. Por lo tanto, necesitamos promover el diálogo entre ciencia-política y ciencia-sociedad, incluyendo tanto los distintos tipos de conocimiento provenientes de diferentes disciplinas científicas, como también aquellos que emergen de la sociedad, incluyendo el conocimiento ancestral, tradicional, y local. La pregunta central aquí es cuáles son las aproximaciones, metodologías y métodos que permiten la creación de canales, espacios, plataformas y oportunidades para el flujo de conocimiento, aprendizaje, el replanteamiento y co-producción de procesos transformativos. Algunas de las aproximaciones que respaldan el aprendizaje de unos con otros son las de investigación acción y los estudios transdisciplinares.

A pesar de que se han logrado grandes avances en la teoría y práctica de la transformación, se le ha puesto menos atención a los “agentes” de la transformación. La transformación no es pasiva, sino que los agentes de transformación o “transformadores” están activamente involucrados en los procesos de transformación. Por lo tanto, quién está involucrado, por qué y cómo están involucrados, y cuáles son las características de estos agentes son aspectos cruciales de ser estudiados. El reconocer quién, es relevante, con el fin de por ejemplo, facilitar y fomentar la participación y conexión con otros, teniendo en cuenta que trabajar aisladamente la mayoría en la mayoría de los casos constituye una barrera para la transformación. Esto va más allá de pensar sólo en individuos, sino que también podrían ser comunidades, asociaciones, grupos, etc. El por qué también es relevante, en términos de conocer las motivaciones, prioridades, valores y metas que sostienen su interés en transformación. El cómo, es decir las maneras en que los transformadores entienden, diseñan, implementan y evalúan la transformación, incluyendo por ejemplo asociaciones, redes, instituciones formales, y cómo ellas imaginan el futuro con la transformación como parte de las respuestas al cambio climático y otros desafíos sociales. Finalmente, el qué. ¿Cuáles son las características de los transformadores exitosos y no exitosos? ¿Cómo se les puede apoyar de la mejor manera? ¿Cómo puede el conocimiento científico contribuir?

Hoy en día, la transformación no es lo que era hace una década. No sólo por los cambios globales, sino también por los contextos particulares que enfrentan las distintas sociedades, considerando la globalización, y la creciente y dinámica complejidad e incertidumbre. La sociedad, con  modelos de desarrollo similar o diferente, comparte una creciente complejidad e incertidumbre en elementos tales como el envejecimiento de la población, la desarticulación del tejido social, la desconfianza en las instituciones, los conflictos de poder, la disminución del bienestar subjetivo, la centralización de los procesos participativos, el desequilibro de las prácticas territoriales con el ambiente natural, la inestabilidad de los medios de subsistencia, la fragilidad del estado y las relaciones de protección comunitarias, el exceso de información y la desvalorización de la educación, entre otras. Todo esto tiene como consecuencia una distribución desigual de las oportunidades y capacidades para la transformación, y de los impactos entre diferentes grupos sociales, que pueden resultar en diferencias emergentes, percepciones y experiencias de injusticia y fragilidad en una cultura de creciente incertidumbre y vulnerabilidad. Por lo tanto, el desafío es analizar las condiciones sociales particulares que pueden dificultar o fomentar procesos positivos de transformación. Al mismo tiempo, es necesario analizar cómo el proceso de transformación ayuda, o no, a reducir la vulnerabilidad de ciertos grupos y a apoyar cambios en las estructuras y  funciones sociales que mejoran el bienestar colectivo.

En las recientes décadas, los riesgos de desastre han incrementado debido a los impactos del cambio climático, y otros cambios globales tales como la urbanización, la que en la mayoría de los casos ha significado la construcción de “trampas de riesgo” que frecuentemente coinciden con las áreas de fragilidad socioeconómica, exacerbando los impactos de fenómenos peligrosos, especialmente en países menos desarrollados. Sin embargo, la ocurrencia de desastres también puede ser vista como una oportunidad para intervenir en las causas y condiciones de la raíz del riesgo de desastres, y así reducir sus impactos negativos. Los eventos catastróficos del pasado han gatillado importantes transformaciones, tales como mejoras en las regulaciones para las construcciones, la creación de instituciones de riesgo de desastres, el diseño de políticas públicas, cambios en los instrumentos de planificación del uso del suelo, que han hecho posible incrementar la resiliencia en países y comunidades, además de entregar una variedad de beneficios sociales y de otro tipo. Este proceso de transformación puede ser constituido por estrategias individuales o colectivas que responden a la necesidad de reducir los riesgos socio-naturales relacionados al cambio climático y, en algunos casos, para enfrentar escenarios de multi-amenaza complejos. Las diversas respuestas están condicionadas por los sistemas culturales y socioeconómicos de países tanto desarrollados como menos desarrollados. Estas estrategias también incluyen procesos de transformación a gran escala asociados con esfuerzos nacionales que pueden tener efectos significativos en el largo plazo. Es por esto que, es relevante explorar los esfuerzos realizados a través de diferentes niveles de análisis, de manera de comprender y adaptar experiencias exitosas a otros territorios que necesitan profundizar en sus procesos de transformación para prepararse para, o responder ante el riesgo de desastre.